Permítanme
que comience con una citación bíblica.
"Jesús
llamó a sus discípulos y les dijo:
Sabéis que entre los paganos
los que
son tenidos por jefes
tienen sometidos a sus súbditos
y los poderosos
imponen su autoridad.
No sea así entre vosotros;
antes bien, quien quiera
ser grande
que se haga vuestro servidor,
y quien quiera ser el primero
que se haga vuestro esclavo.
Pues el Hijo del Hombre
no ha venido a ser
servido
sino a servir
y a dar su vida
como rescate por todos".
Marcos
10, 42-45
De la inspiración de Enmanuel,
y como en cada uno de sus escritos, aquí también, Chico Xavier, nos ha recordado
grandes verdades que poco a poco la sociedad irá admitiendo en la medida en que
vayamos madurando y aceptando nuestro destino, que es el de evolucionar hasta
llegar a la perfección y con ello a la comprensión y valoración de diversas
cuestiones fundamentales para el cumplimiento de nuestro objetivo y que, a día de hoy son tema de
divergencias y controversias.
La
palabra "ministerio" viene del Latín ministerium,
que significa "servicio".y nos dice la Real Academia de la Lengua española
que Ministerio es elCargo,
empleo u oficio, que es la ocupación, el uso o destino que tiene cada uno.
Cada cristiano/a es llamado por Jesús, a servirle y participar
con Él en la tarea que el Padre le ha encomendado. El
nos da la fuerza y los dones necesarios para desarrollar este
ejercicio.
Dicen
las Sagradas escrituras al respecto:
«Considera
el ministerio que recibiste en el Señor, para que lo cumplas» (Col. 4:17).
Leémos así en colosenses.
En
su primera epístola, Pablo nos dice; «Cada uno según el don que ha recibido,
adminístrelo a los otros» (1 P. 4:10).
«Y
teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si es el de
profecía, úsese conforme a la proporción de la fe; o si de servicio, en servir;
o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación» Así tenemos
constancia desde el capítulo 12 de los romanos. (Ro.
12:6-8).
También
extraído de los Colosenses, la siguiente recomendación: Cada uno de
vosotros tiene enseñanza, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación.
Hágase todo para edificación» (1 Co. 14:26).
Nos hablan de edificar, de construir un bagaje que
méritos morales, de una evolución integral, de trabajar para Dios, en su camino,
cada uno con sus recursos; todos estamos en camino de aprendizaje y en la medida
de nuestra evolución y sacrificio así serviremos mejor, seremos más útiles al
Señor y más estrecharemos nuestras alianzas con
Él.
"El
mismo hijo de Dios no vino a ser servido, sino a servir".
El hijo del Padre nos ha
dejado su ejemplo de servicio con humildad y sencillez, tal como es el modo de
llegar al Señor, sintiendo la grandeza de servir, emocionándonos interiormente
de poder ser útiles a los demás, encontrando satisfacción en el dar, en el
provocar una alegría, en tener algo que ver con la sonrisa de quien nos mira.
No importa desde donde nos
corresponda realizar nuestra tarea, debemos sentirnos hijos de Dios y sabedores
de que si Dios permite algo es que es justo, aunque hoy nos cueste comprenderlo.
Debemos saber que Dios nos cuida, nos ampara en todo momento por desterrados que
podamos parecer y que por sencilla que pueda ser nuestro aporte está
contemplado en los designios superiores. Aceptemos y agradezcamos las
oportunidades que la vida nos da.
Venimos a cada una de nuestras
existencias con las características físicas e intelectuales que más nos
favorecerán en el cumplimiento de las tareas encomendadas para la realización de
expiaciones y aprendizaje. Todo trabajo es digno y se ennoblece con el amor y
la dedicación con que se lleve a cabo, por tanto, debemos aprovechar cada
instante de nuestra vida valorando cada prueba en la medida de las
oportunidades de reajuste y enseñanza que nos
suponen.
Saber hallar la felicidad
viendo la felicidad ajena, ofreciendo lo mejor de nosotros mismos con desinterés
y de corazón, cada cual desde el puesto que le haya sido encomendado, desde sus
circunstancias, todos podemos ser útiles y todos lo somos y así debemos
sentirlo, pues siempre que obremos con amor estamos agradando al Señor y
acercándonos a Él.
El rasero por el cual somos
medidos ante Dios Padre es este, el del amor, la caridad y la humildad y no el
que todavía impera en nuestra
sociedad . Midamos la valía de nuestro hermano en cuanto al modo en que proceda
y no por el puesto que ocupe socialmente o su nivel económico, no le midas por
sus alhajas sino por el tamaño de su corazón, pues así seremos medidos todos
ante el Señor eterno.
Por humilde que sea nuestra
tarea es importante que la hagamos bien, todos formamos parte del proyecto
divino. Aunque para el mundo pasemos desapercibidos o seamos tratados
injustamente, sigamos siempre adelante confiantes en que Dios sabrá ver
nuestros méritos, pues nada se le vela al
Padre.
Para quienes entienden
que la vida no transciende más
allá de la muerte solo cuenta el
presente, la que para ellos es La vida, y tratan por tanto de vivirla del modo
que consideran mejor.
Entendiendo que la única
justicia es la de los hombres y que no siempre es justa o no llega a
alcanzarles, el hedonismo, el egoísmo, la soberbia y otras herramientas del
error se convierten en sus filosofías. Sin embargo, todos venimos con la
intuición del bien y del mal, más allá de nuestras creencias o certezas y es
ahí donde comienza el hombre a escuchar su conciencia interior y a su guía que
le quiere aconsejar; lamentablemente muchos toman la decisión más cómoda y
práctica, la que más satisfacciones les reporte desconociendo que toda acción
tendrá su reflejo y consecuencia.
Dan prioridad a lo terrenal,
fugaz, frente a lo eterno e imperecedero de lo
espiritual.
Sin
embargo, ha de llegar un día en que todos nos miremos como hermanos y nos
comprendamos por igual la grandeza de nuestra labor, la de ser servidores de
Dios y trabajemos con afán para merecer estar con
Él.
El ministerio que nos ocupa a
cada cual, es el instrumento que hemos traído a esta existencia para aprender,
expiar y evolucionar, hagamos por tanto buen uso de él
y seamos tolerantes con quien todavía no dispone del conocimiento de la
Verdad suprema o no tiene la
voluntad necesaria para proceder en sintonía con las indicaciones del Maestro
Divino entendiendo que todos tenemos una tarea que desarrollar y es nuestra
categoría y autoridad moral la que nos da créditos ante Dios y sus leyes que
todo lo rigen y en todo se revelan.
Tengamos pues, siempre
presente el orar y vigilar para poder cumplir nuestra labor lo más fieles
posible a nuestros conocimientos, pues, como bien estamos informados, a más
sabemos, más responsables somos.
Fernanda H.
que comience con una citación bíblica.
"Jesús
llamó a sus discípulos y les dijo:
Sabéis que entre los paganos
los que
son tenidos por jefes
tienen sometidos a sus súbditos
y los poderosos
imponen su autoridad.
No sea así entre vosotros;
antes bien, quien quiera
ser grande
que se haga vuestro servidor,
y quien quiera ser el primero
que se haga vuestro esclavo.
Pues el Hijo del Hombre
no ha venido a ser
servido
sino a servir
y a dar su vida
como rescate por todos".
Marcos
10, 42-45
De la inspiración de Enmanuel,
y como en cada uno de sus escritos, aquí también, Chico Xavier, nos ha recordado
grandes verdades que poco a poco la sociedad irá admitiendo en la medida en que
vayamos madurando y aceptando nuestro destino, que es el de evolucionar hasta
llegar a la perfección y con ello a la comprensión y valoración de diversas
cuestiones fundamentales para el cumplimiento de nuestro objetivo y que, a día de hoy son tema de
divergencias y controversias.
La
palabra "ministerio" viene del Latín ministerium,
que significa "servicio".y nos dice la Real Academia de la Lengua española
que Ministerio es elCargo,
empleo u oficio, que es la ocupación, el uso o destino que tiene cada uno.
Cada cristiano/a es llamado por Jesús, a servirle y participar
con Él en la tarea que el Padre le ha encomendado. El
nos da la fuerza y los dones necesarios para desarrollar este
ejercicio.
Dicen
las Sagradas escrituras al respecto:
«Considera
el ministerio que recibiste en el Señor, para que lo cumplas» (Col. 4:17).
Leémos así en colosenses.
En
su primera epístola, Pablo nos dice; «Cada uno según el don que ha recibido,
adminístrelo a los otros» (1 P. 4:10).
«Y
teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si es el de
profecía, úsese conforme a la proporción de la fe; o si de servicio, en servir;
o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación» Así tenemos
constancia desde el capítulo 12 de los romanos. (Ro.
12:6-8).
También
extraído de los Colosenses, la siguiente recomendación: Cada uno de
vosotros tiene enseñanza, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación.
Hágase todo para edificación» (1 Co. 14:26).
Nos hablan de edificar, de construir un bagaje que
méritos morales, de una evolución integral, de trabajar para Dios, en su camino,
cada uno con sus recursos; todos estamos en camino de aprendizaje y en la medida
de nuestra evolución y sacrificio así serviremos mejor, seremos más útiles al
Señor y más estrecharemos nuestras alianzas con
Él.
"El
mismo hijo de Dios no vino a ser servido, sino a servir".
El hijo del Padre nos ha
dejado su ejemplo de servicio con humildad y sencillez, tal como es el modo de
llegar al Señor, sintiendo la grandeza de servir, emocionándonos interiormente
de poder ser útiles a los demás, encontrando satisfacción en el dar, en el
provocar una alegría, en tener algo que ver con la sonrisa de quien nos mira.
No importa desde donde nos
corresponda realizar nuestra tarea, debemos sentirnos hijos de Dios y sabedores
de que si Dios permite algo es que es justo, aunque hoy nos cueste comprenderlo.
Debemos saber que Dios nos cuida, nos ampara en todo momento por desterrados que
podamos parecer y que por sencilla que pueda ser nuestro aporte está
contemplado en los designios superiores. Aceptemos y agradezcamos las
oportunidades que la vida nos da.
Venimos a cada una de nuestras
existencias con las características físicas e intelectuales que más nos
favorecerán en el cumplimiento de las tareas encomendadas para la realización de
expiaciones y aprendizaje. Todo trabajo es digno y se ennoblece con el amor y
la dedicación con que se lleve a cabo, por tanto, debemos aprovechar cada
instante de nuestra vida valorando cada prueba en la medida de las
oportunidades de reajuste y enseñanza que nos
suponen.
Saber hallar la felicidad
viendo la felicidad ajena, ofreciendo lo mejor de nosotros mismos con desinterés
y de corazón, cada cual desde el puesto que le haya sido encomendado, desde sus
circunstancias, todos podemos ser útiles y todos lo somos y así debemos
sentirlo, pues siempre que obremos con amor estamos agradando al Señor y
acercándonos a Él.
El rasero por el cual somos
medidos ante Dios Padre es este, el del amor, la caridad y la humildad y no el
que todavía impera en nuestra
sociedad . Midamos la valía de nuestro hermano en cuanto al modo en que proceda
y no por el puesto que ocupe socialmente o su nivel económico, no le midas por
sus alhajas sino por el tamaño de su corazón, pues así seremos medidos todos
ante el Señor eterno.
Por humilde que sea nuestra
tarea es importante que la hagamos bien, todos formamos parte del proyecto
divino. Aunque para el mundo pasemos desapercibidos o seamos tratados
injustamente, sigamos siempre adelante confiantes en que Dios sabrá ver
nuestros méritos, pues nada se le vela al
Padre.
Para quienes entienden
que la vida no transciende más
allá de la muerte solo cuenta el
presente, la que para ellos es La vida, y tratan por tanto de vivirla del modo
que consideran mejor.
Entendiendo que la única
justicia es la de los hombres y que no siempre es justa o no llega a
alcanzarles, el hedonismo, el egoísmo, la soberbia y otras herramientas del
error se convierten en sus filosofías. Sin embargo, todos venimos con la
intuición del bien y del mal, más allá de nuestras creencias o certezas y es
ahí donde comienza el hombre a escuchar su conciencia interior y a su guía que
le quiere aconsejar; lamentablemente muchos toman la decisión más cómoda y
práctica, la que más satisfacciones les reporte desconociendo que toda acción
tendrá su reflejo y consecuencia.
Dan prioridad a lo terrenal,
fugaz, frente a lo eterno e imperecedero de lo
espiritual.
Sin
embargo, ha de llegar un día en que todos nos miremos como hermanos y nos
comprendamos por igual la grandeza de nuestra labor, la de ser servidores de
Dios y trabajemos con afán para merecer estar con
Él.
El ministerio que nos ocupa a
cada cual, es el instrumento que hemos traído a esta existencia para aprender,
expiar y evolucionar, hagamos por tanto buen uso de él
y seamos tolerantes con quien todavía no dispone del conocimiento de la
Verdad suprema o no tiene la
voluntad necesaria para proceder en sintonía con las indicaciones del Maestro
Divino entendiendo que todos tenemos una tarea que desarrollar y es nuestra
categoría y autoridad moral la que nos da créditos ante Dios y sus leyes que
todo lo rigen y en todo se revelan.
Tengamos pues, siempre
presente el orar y vigilar para poder cumplir nuestra labor lo más fieles
posible a nuestros conocimientos, pues, como bien estamos informados, a más
sabemos, más responsables somos.
Fernanda H.